Syd Barrett / De Culto

 

 

 

 Syd Barret

 

por Israel Crens

 

"This is a story 'bout a girl that I knew

  She didn't like my songs

  And that made me feel blue

  She said: "A big band is far better than you"

 

 

 Kafkiano, lúdico visionario, ácido y sicodélico. Un ente único, complejo, genial. Todo contrarrestado por un ostracismo, un ensueño onírico que originó todo un muro sónico en el mundo vanguardista del rock. Un grito afeitado de ayuda ahogado en un interminable riff de guitarra y una caída constante en la inocencia del cosmos. Syd Barrett.

 

Roger Keith Barrett (1946-2006)  Wish You Where Here…

 

Enigmático. Sería una excelente definición sobre la personalidad de Barret. Sus inauditos experimentos con Pink Floyd  y la psicodelia le llevaban a nivel no visto hasta entonces. Hablar de Syd es como tratar de definir una forma precisa en la mirilla de un caleidoscopio. De la misma forma buscarle un género a su música, es como tratar de contar cráteres en el lado oscuro de la luna. 

 

Recordado en vida como una figura de culto y parido de la psychodelic age,  Barrett aun nos arremete con su imaginería plasmada de notas de rock experimental, progresivo, tratando por medio del Satori hallar su nirvana existencial. 

 

Su parafernalia onírica persistió en toda la trayectoria de su ex banda,  mismas proyecciones que asumiría  Roger Waters  con el paso del tiempo en una especie de anatocismo sobre el trabajo base de Barrett; pagando su deuda hacia el fundador original por el resto de los años por venir.

 

Las extravagantes ideas tenían su sede en el ácido lisérgico, ocasionando los geniales efluvios cósmicos de sus composiciones y sus interestelares viajes que originaron temas extraños y crípticos.  Esas alucinógenas canciones llenas de brillantes, largos y complicados desarrollos instrumentales, fueron el distintivo principal de Pink Floyd y bandas contemporáneas como Klaatu o King Crimson.

 

Las señas de identidad de Barrett siempre fueron preclaras mezclas de una personalidad genial, pero resquebrajada por una adicción a elevar su percepción sensorial mas allá de la linealidad planetaria preestablecida, o sea; fuera de la Tierra. Desgraciadamente los términos astrales son tan bellos como peligrosos (por ende desconocidos).

 

El resultado de un mal “viaje” resultaba en tragedia y unos cuantos sobrevivieron a los efectos secundarios del mítico ácido. Excelente pregunta para David Bowie o Lou Reed, excelentes transformers  epítetos de Barrett; que lamentablemente ya no están tampoco entre nosotros.

 

Sus continuos episodios psicóticos aunados a su esquizofrenia le retraen en un lamentable encierro en el sótano de la casa de su madre, rodeado de fotografías suyas en todas las etapas de su vida hasta ese momento. Aunque sus ideas seguían trabajando en él como cigarras en un agujero. Abbey Road tuvo a bien albergar la grabación de The Madcap Laughs  (1970), sentando un LP espectral, lisérgico, un rock space que solo Syd lograba conseguir.

 

EMI solo permitió el uso de sus estudios unos cuantos días de forma secreta y confidencialmente, llevándose las interpretaciones de los dos único discos solistas de Barret bajo la tutela de una persona que se responsabilizara de los potenciales actos de locura de Syd.

 

David Gilmour fue en efecto quien mejor entendió los alucinantes efectos sonoros de la guitarra de Barrett.  Desafortunadamente –a pesar de una pequeña gira de promoción por parte de la disquera-, el primer día y en la tercera canción, Barrett quedó totalmente catatónico e inmóvil frente a una audiencia que asombrada (David Bowie entre ella), solo observó como su mirada quedó fija en el horizonte en un rostro imperturbable enmudecido, perdiéndose en su última alucinación que lo comunicaba entre la lucidez y su silencioso universo onírico. Rompiéndose para siempre el frágil puente entre su realidad y su mundo de ensoñación.

 

Negándose rotundamente a recluirse o recibir tratamiento, Roger Waters y David Gilmour utilizan las regalías de sus composiciones para alquilarle cuartos de hotel. Syd se limitaba a rechazar los alimentos de los hoteles, optando por una dieta constituida por manzanas, naranjas y dulces diversos. 

 

Sumergido de lleno en la esquizofrenia, le lleva por macabros pasajes atestiguados por sus compañeros, que al narrarse, suenan inverosímiles.  Tras un incidente en el Hotel Hilton de Londres, (donde se encerró por días), un familiar directo accede a cuidarle en un apartamento. Regularmente vagabundeaba  y fue precisamente una de esas escapadas, la que dio origen a una de las anécdotas mas famosas de Pink Floyd.

 

Waters, Gilmour, Mason y Wright salieron por un café mientras grababan las pistas de lo que sería su nuevo álbum de 1975. En un rincón del estudio vieron a un individuo gordo, de aproximadamente 100 kilos de peso, totalmente rasurado de su cabellera, sin cejas y con varias cicatrices en el rostro consecuentes de una mala rasurada, sentado frente a la pared: sus ojos estaban perdidos bajo unas ojeras que le daban una mirada lúgubre. 

 

Inmediatamente reconocieron a su maestro fundador y lo invitaron a estar presente durante las sesiones de grabación: en una de ésas sesiones, Waters le ofreció tocar con el grupo y Gilmour le prestó una de sus guitarras, Barrett miró con tristeza el instrumento y empezó a tocar de una forma atroz el instrumento con los dientes hasta arrancarle las cuerdas, las cuales trató de devorarlas.  Waters y Gilmour lograron detenerlo a tiempo y lo invitaron a esperar sentado atrás de las consolas de grabación, donde se quedó muy quieto con la mirada perdida.

 

Waters escribiría una prosa especial basada en un acorde de Gilmour. Grabaron la canción en presencia de Syd, mientras éste, a media melodía tomó una escoba y se puso a barrer. Wish You Where Here  fue la afamada melodía que terminó por darle nombre al acetato abriendo en su cara A y cerrando la cara B con  Shine On Your Crazy Diamond,  tema inspirado también en la hecatombe mental de Barrett. 

 

Pinky, el personaje ficticio de la cinta The Wall, es el más claro ejemplo de su caída mental en la ópera rock más famosa de todos los tiempos.

 

Su deceso fue por complicaciones varias derivadas de la diabetes inmerso en su silenciosa locura sin recordar absolutamente nada de su pasado musical, encerrado en su sótano, pintando y rodeado de una gran variedad de golosinas.

 

Al igual que la esquizofrenia, su personalidad y carrera no siguieron un patrón fijo. De forma que como en un principio; describir el comportamiento y sus pensamientos son ahondar en un una visión multicolor (infinita por añadidura) de ese colosal muro de ladrillos. Desgarrando el espacio-tiempo, quizá solo logremos esa bilocación temporal con su mudo alarido en los anales de la música rock.

 

Por supuesto, asumimos que Syd Barrett solo se encuentra en estado similar a John Lennon tras su asesinato. Cósmicamente inconsciente.  

 

 Israel Crens

De Culto 

Walnut Street Ediciones ®

 

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