La Forma del Corazón / Letra Digital

 

La Forma del Corazón

 

Israel Crens

 

La forma del corazón.

 

La forma del corazón es impredecible. Unas veces tiene la forma del sol más brillante, otras tiene el destello de cada estrella del firmamento. Y en las horas de desesperanza, toma la forma de negras nubes y la sombra que jamás conoció un resquicio de luz.

 

Cuando toma la forma del amor puede ser de cualquier color. No precisamente rojo, naranja o brillante. Puede ser incluso negro, del color del humo.

 

Puede ser sin color alguno, sin sabor, sin olor. Anodino

 

Puede ser desconfiado, con culpa, con dudas, con incertidumbre.

 

Puede ser alegre, puro, noble y libre.

 

Cada definición le otorga una forma diferente. Le otorga un color, un dolor de diferentes intensidades, puede estar esperando por su otra mitad en algún puerto lejano. En una esquina del mundo.

 

La forma del corazón es capaz de superar cualquier adversidad. Cualquier distancia. Cualquier vacío. Aunque haya sido roto mil veces, vuelve a unirse y adopta una forma diferente. Un color distinto.

 

Puede odiar, puede generar rencor. Pero su naturaleza lo obliga a recobrar su forma original, su sentido común y vuelve a ser el generador de sentimientos que el universo le otorgó desde un principio.

 

Tal es su maldición o su más preciado don. No puede evitar ser quién es. No puede evitar que el tiempo le cambie la forma y los colores. Al final seguirá siendo el mismo.

 

Y su mejor cualidad es la de perdonar. Aunque le cueste mucho coraje, trabajo y mil formas diferentes, él siempre termina por perdonar las mil caras diferentes de engaño que el mundo le muestra cada día.

 

Sabe discernir con el paso de los años las mentiras y la falsedad. Aunque en el proceso eso lo va aniquilando. Es conocedor que al final, la felicidad está en cómo es concebida y no en la forma de imaginarla.

 

Así, el corazón tiene la forma que cada quien desea otorgarle en el transcurso de su vida. Obtiene el color que le damos por lo que vivimos y lo que hacemos.

 

Está quebrado o inmaculado, quemado o lleno de cicatrices. ¿Qué importa?

 

Tiene la asombrosa habilidad de regenerarse pues el sentimiento que lo habita es inmortal.

 

Esos pensamientos formaban parte de una colección de letras que se dedicaba cada noche. Cuando decidía apartarse del mundo, de la humanidad, de lo banal y lo convencional.

 

Esa era la forma del corazón. ¿Y su color? Era una respuesta muy simple. Tenía el brillo de las estrellas del firmamento. Ese corazón habitaría nuevamente un día el espacio donde pertenecía. Pero el secreto es que la forma del corazón siempre se complementa con la forma y color de… otro corazón.

 

Claro, iguales los dos. En una misma frecuencia, en una misma tierra, bajo una misma luna.

 

 

Extracto de la Sección nocturna de Licores.  Del libro “Licor de Dos Lunas”  ®/ Israel Crens (2000)

 

 

Escribir comentario

Comentarios: 0